El otro día quedé con el Sr. Perfecto para aclarar una situación entre nosotros. Me preocupaba que la relación se había quedado tensa...
A media conversación me di cuenta que llevaba la cremallera del pantalón abierta, cuando ya casi estaba articulando las palabras para hacérselo saber, decidí que prefería no decírselo.
A partir de ese momento todo me hacía el triple de gracia.
P.D: Si no lo escribo, reviento.
sábado, 15 de agosto de 2009
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